Desde fines de
agosto Página/12 se edita sin correctores. Compañeros/as que
históricamente se encargan de que llegue a los lectores sin errores
se han jubilado o han sido transformados en redactores, y los
sobrevivientes sólo alcanzan a revisar títulos, bajadas y
epígrafes. Desde la asamblea de Página/12 reclamamos que se cubran
los puestos vacantes no sólo para evitar la sobrecarga de trabajo
sino porque entendemos que se debe cuidar la calidad del producto,
que es también una forma básica de respeto a los lectores. No
advertir que se da por muerto a un moribundo es consecuencia directa
de la decisión empresarial de ahorrar costos en puestos de trabajo.
Ni Fayt goza de buena salud ni “el duende de las redacciones”
tiene la culpa.
En los medios del Grupo Clarín (reporté en Olé por 17 años) el corrector es un mito del pasado contemporáneo a la libreta de ahorro postal y al fonógrafo
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